Hace sólo una semana, estaba pensando dedicar desde aquí algunas líneas a un excelente programa de radio, que noche tras noche nos enganchó a tantos, tantísimos curiosos en la sintonía de Onda Cero hasta intempestivas horas. Que más tarde, y con la llegada del PODCast, siguió maravillándonos a cientos de miles de oyentes pudiendo disfrutar de La Rosa de los Vientos, que así se llama el programa, a horas más prudentes, en nuestro trayecto diario hacia la anodina rutina de la semana, en las horas de comida o en esas largas tardes de invierno.
Cuál ha sido mi sorpresa cuando, anoche, una llamada me narraba, con la misma incredulidad con la que escribo, la trágica noticia de su adiós. Un súbito infarto nos ha privado de este apasionado de la historia, de su maravillosa voz y de su intervención en una de las tertulias más interesantes de la radiodifusión española. Nos deja huérfanos de su memorable trabajo, de su inenarrable espíritu divulgador, de su buen humor y sobre todo de su cariño.
Hoy, la radio llora, y yo con ella. Porque nos deja, con sólo 41 años, Juan Antonio Cebrián. Descanse en paz.
Cuál ha sido mi sorpresa cuando, anoche, una llamada me narraba, con la misma incredulidad con la que escribo, la trágica noticia de su adiós. Un súbito infarto nos ha privado de este apasionado de la historia, de su maravillosa voz y de su intervención en una de las tertulias más interesantes de la radiodifusión española. Nos deja huérfanos de su memorable trabajo, de su inenarrable espíritu divulgador, de su buen humor y sobre todo de su cariño.
Hoy, la radio llora, y yo con ella. Porque nos deja, con sólo 41 años, Juan Antonio Cebrián. Descanse en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario