jueves, 15 de noviembre de 2007

El talento de Robinho


El pasado viernes les comentaba a dos compañeros de cañas que me parecía que el jugador con más talento de la plantilla blanca era Robinho. Éstos, como si de una blasfemia se tratase, se echaban las manos a la cabeza ante mi afirmación, y me espetaban: "¿Y qué pasa con Guti?" Ambos son acérrimos defensores del intermitente mediapunta blanco, y no me perdonaban la afrenta.

Qué nadie se escandalice: Guti me parece un jugador de calidad y clase. Discrepo con aquellos que le consideran un fuera de serie, infravalorado por el madridismo y un jugador para la historia. Ha necesitado la paciencia de cerca de una década, de pasar la treintena y ni siquiera ha roto a la titularidad. Mala suerte, injusticia o ignorancia, ésa es la realidad. Nadie duda de su talento, pero sí de su valía para erigirse como una estrella a admirar.

El caso, y a lo que iba, que me pierdo en divagaciones varias, es que Robinho me parece un jugador con un talento descomunal. Es de esos jugadores (y no hay tantos como dicen) que es capaz de resolver un partido en dos, tres jugadas. Y creo, honestamente, que es el jugador más desequilibrante (a la espera de ver lo que ofrece Robben, otro joven talento si las lesiones lo permiten) de la plantilla blanca.


Por eso mismo me sorprende todavia más la desconfianza que genera este jugador, que ha sido vilipendiado en la comparación.

Primero, en el enfrentamiento consigo mismo y su tarjeta de presentación. Con esas increíbles imágenes llegadas del otro lado del charco y con esa locura deslumbrante que demostró en Cádiz en sus primeros 20 minutos de Liga.

Segundo, con Messi. El nuevo sucesor de Maradona, se ganó la titularidad al tiempo que Robinho ponía su primer pie en España, y la comparación con ambas estrellas emergentes era inevitable en foros y corrillos de fútbol. Evidentemente el brasileño salió perdedor. Messi, con su brutal verticalidad y mayor calidad, con su conducción endiablada... encandiló en Barcelona, en España, en el mundo. Mientras Robinho se diluía con la rapidez que lo hace un azucarillo en agua.

¿Circunstancias diferenciadoras? Enormes. La primera, que Messi llevaba 5 años en España cuando debutó en el primer equipo. Robinho, ni siquiera 4 días. La segunda, que Messi aterrizó en un grupo en pleno apogeo y en un equipo cuyo fútbol era envidiado en todo el mundo. Robinho aterrizó en un grupo envenenado y en un equipo en descomposición camino de firmar su tercer año consecutivo a 0. Y la tercera y última, la paciencia con el argentino frente a las urgencias con el brasileño. Un botón como ejemplo. En su primer año en España, Robinho fue el jugador de campo madridista que más partidos disputó en la temporada (47 partidos con 10 goles). Messi no jugó ni la mitad de sus partidos (25 por 8).


Con esto no quiero decir que Robinho sea mejor jugador que Messi, que nadie se escandalice. Pero si mantengo que todo esto ha influído directamente en el rendimiento de Robinho en España, y en que la percepción de su fútbol esté algo distorsionada. Porque no puede ser tan malo que en la primera temporada en el fútbol europeo, sin descanso que valiese, en esa temporada en la que madridismo pareció perder la fe en el brasileño, más empujado por el equipo que por él mismo, sus números fueran relativamente satisfactorios (9 goles en Liga).
En el segundo año, a pesar de no contar con la confianza de Capello, en un equipo de fútbol rocoso y de juego poco alegre y vistoso, se hizo con un hueco en el equipo en plena recta final del campeonato, que a la postre fue campeón. Hizo 6 goles en 23 partidos de Liga.

Hoy, bajo la batuta de Schuster, olvidando sus referencias y comparaciones, en plena confianza en su cualidades, amparado en un sistema más alegre y con la confianza de su entrenador como aval, Robinho está rompiendo sus números en España y deslumbrando de nuevo con actuaciones sensacionales. Lleva 6 goles en 13 partidos y sigue creciendo. Está demostrando, lo que todos esperábamos. El talento de Robinho.

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